Sin otros paraísos

DE UNA VEZ: la Unión Monetaria europea, que iba a fundir los esfuerzos de todos ante esta crisis, no lo ha hecho. Más bien al contrario, en general. No ha sabido restringir ni detener las recesiones. Los Estados nacionales -con más medios que ella- han naufragado sin su ayuda. Las decisiones del Banco Central y sus amenazas más o menos fraternas, no sirven. Ni las ayudas del Mecanismo Europeo de Estabilidad. Apeémonos, pues, de las mayúsculas: el proyecto de las democracias con la ley del Proyecto Europeo, no se ha logrado. Los parlamentos nacionales no funcionan y el europeo, tampoco. Porque las entidades diseñadas para esta labor no tienen los poderes suficientes. No puede hablarse de Unión Política sin una previa unidad económica. Ha de abrirse un proceso constituyente, con el que los parlamentos nacionales se fundan en el europeo. Las dudas sobre la validez de la UE no las resolverá más que un avance democrático común de la UE. Y de una Constitución europea urgente, imprescindible ahora más que nunca. La democracia común -y no sólo la alemana- es lo que ayudará, si es auténtica, a las nacionales sin duda... Pero ¿está la técnica UE preparada para eso?